jueves, 26 de noviembre de 2009

El Nido de Lord Spencer

Segunda aventura en solitario que he hecho a Miri, llevando al la Cazavampiros Hanna Harrington. Me ha servido para darme cuenta de que es un maquina la jodia :P
Como los demás personajes está hecho con 100 puntos, como hacer uno de 70, pero los 30 sobrantes se podían gastar en características por encima de 20, magia, poderes PSI, y demás “extras”.
Bueno, el “rolato” está escrito por la propia Miri, os dejo con él:

Era una noche tranquila y fría, como todas las noches que había pasado allí. Hanna, tras haber abandonado el cráter que había donde hacía tan sólo un mes se situaba su pueblo Sunnydale, y asesorada por su mentor Phills, se había mudado a Nueva York. “Debes ir a Nueva York Hanna, allí están sucediendo crímenes extraños, les serás de mucha ayuda” le había dicho Phills, [Mucha ayuda.... llevo aquí dos semanas y no he visto ni un solo vampiro... aquí no me necesitan] pensó Hanna.

Había conseguido un trabajo como segurata en un aparcamiento, podría parecer un trabajo arriesgado... pero no era así, era un trabajo aburrido en el que pasaba 8 horas en una caseta con un compañero con el que no se llevaba especialmente bien. De vez en cuando, salía a vigilar fuera de la caseta en busca de algún vampiro al que dar una paliza, pero llevaba ya 2 semanas trabajando y no había visto nada en absoluto... por el momento.
Esa misma noche, Hanna se iba a su casa desanimada cuando de repente.... oyó un grito. Inmediatamente se dirigió al lugar de donde procedía aquel chillido y encontró a un ladronzuelo de poca monta robando a una señora a punta de navaja en un callejón sin salida.
[Vaya, mi gozo en un pozo] pensó Hanna, y sin que el ladrón la oyera le agarró de los brazos por detrás e hizo fuerza, aunque no mucha en realidad, el tipo era un humano, debía controlarse cuando no luchaba contra vampiros. El hombre rugió de dolor, intentó forcejear pero era inútil. Después de un rato, Hanna le soltó para no hacerle demasiado daño e intentar cogerle la navaja, pero el ratero fue más rápido y se la clavó en el brazo... aunque ella casi ni lo notó. Finalmente, le dio un puñetazo que le levantó del suelo y le hizo chocar contra la pared del callejón dejándolo inconsciente, levantó a la señora por si necesitaba ayuda pero estaba bien, por suerte había llegado a tiempo. La mujer se fue agradeciéndole la ayuda y antes de irse, Hanna cogió la navaja y la rompió.
Cuando los caminos de las dos mujeres se separaron y Hanna llevaba andando 5 minutos escasos, oyó otro grito, parecía la misma mujer, así que se apresuró y cambió de rumbo, pero esta vez llegó tarde, cuando llegó ya la había matado... un vampiro.
- Vaya, vaya, yo que me iba a conformar con tan sólo una víctima y resulta que aquí me viene otra. Esto se podría llamar servicio a domicilio, jajaja.- dijo entre carcajadas el vampiro.
- Bueno, veo que estás muy seguro de ti mismo- respondió Hanna - Ven y enséñame lo que sabes hacer.
El vampiro se abalanzó sobre ella e intentó golpearla, pero sin éxito alguno, ella se le adelantó y le dio tal puñetazo que le dejó malherido, pero en vez de quedarse inconsciente, de repente el vampiro se fue haciendo incorpóreo hasta convertirse en una densa niebla negra.
- Dios, odio que hagan eso.- resopló Hanna.
En una fracción de segundo, el vampiro se situaba detrás de la cazavampiros e intentó asestarla un golpe, pero de nuevo, falló, Hanna era muy rápida y tenía una gran percepción. Al esquivarle, le lanzó otro puñetazo que le dejó moribundo. Tirado en el suelo no parecía tan peligroso... Algo le llamó la atención, ¿un colgante de plata? ¿en el cuello de un vampiro? Parecía algo imposible, pero ahí estaba. Lo cogió, parecía un amuleto, y antes de que el vampiro se pudiera recuperar y causara más daños, le clavó su cuchillo de plata que guardaba en la funda de la pierna izquierda.

Se quedó mirando un instante el amuleto, pero el ruido que habían hecho al pelear había conseguido que los vecinos se despertaran. Mientras los vecinos encendían luces y subían persianas, Hanna se guardó el colgante y echó a correr, no la interesaba meterse en problemas tan pronto en la nueva ciudad.
Al llegar a casa, se cambió y volvió a mirar el amuleto, ¿por qué se auto inflingiría con plata un vampiro? Pero el sueño pudo con ella, llevaba trabajando desde las 8 de la noche hasta las 4 y su trabajo extra oficial le había costado 2 horas de sueño. [Mañana llamaré a Phills para ver si conoce el símbolo del amuleto, ahora será mejor que descanse], y sin más, Hanna se fue a dormir.

A la mañana siguiente, tal como pensó, llamó a su vigilante en busca de respuestas, pero no contestó al teléfono, por lo que decidió preguntar por el barrio donde habían acontecido los hechos de la noche anterior por si alguien había visto antes un colgante similar.
Hanna pasó tres días preguntando antes de entrar y al salir del trabajo, pero sin suerte. Hasta que al tercer día, después del trabajo, un proxeneta la informó de que un camello había aparecido muerto hacía unos días con un colgante igual. El camello, al parecer, solía pasar su tiempo libre en un garito en la zona de los muelles, el Noche Húmeda. El único problema era que cerraban a las 5 de la mañana, ya no la daría tiempo a ir esa noche, pero a la siguiente intentaría escaparse dos horas antes del trabajo, confiaba en que su compañero le guardara las espaldas, aunque la verdad era que no se llevaban especialmente bien. Sin más dilación, Hanna se fue a dormir de nuevo a su casa, [Por lo menos hoy he sacado algo en claro] pensó.

Al despertar, llamó a Phills de nuevo, empezaba a estar preocupada por él, se sabía cuidar solo, pero en el mundo en el que se mueven nadie está a salvo.
Por suerte, esta vez, su vigilante contestó al teléfono.
- ¿Dónde te habías metido? – inquirió Hanna.
- Esto... Bueno... he estado ocupado, ya sabes cómo es este negocio. Dime, ¿querías algo en particular?.
Hanna le contó todo lo que había averiguado y él le pidió que le mandara una foto del amuleto para investigar.
El resto del día continuó como todos, comió, vio la televisión y se fue al trabajo con el amuleto en el bolsillo. Al llegar, habló con su compañero, le preguntó si le importaría que saliera 2 horas antes, a lo cual él no puso ningún problema, a cambio él se iría a cenar y llegaría 2 horas más tarde.
Llegaron las 3 de la mañana y Hanna salió disparada al Noche Húmeda. Cuando llegó comprendió el por qué del nombre, no iba con ninguna intención lasciva, era simplemente que se encontraba enfrente del mar y el ambiente estaba muy húmedo, no sabía por qué, pero le alegraba que no fuera un nombre con segundas.
Entró en el pub y estaba atestado de gente, [Parece que éste es el garito de moda del lugar] pensó. Se dirigió a la barra, si alguien había visto a ese hombre, tenía más posibilidades si era alguien que pasara allí todas las noches, es decir, que trabajara allí. Había tres camareros, dos chicos y una chica. Hanna decidió hablar primero con el chico rubio, así que se acercó y le preguntó sin preámbulos si conocía al camello. Al chico le cambió totalmente el gesto, pero su respuesta fue negativa.
- ¿Estás seguro? Llevaba un amuleto como éste. – la cazavampiros sacó el amuleto del bolsillo y se lo mostró.
- Mira guapa, te he dicho que no, si no vas a tomar nada pírate.- contestó el barman algo borde.
La chica fue hacia el lado de la barra de la camarera, pero al mirar hacia atrás vio que al barman antipático le colgaba un amuleto del cuello, se fijó mejor y resultó ser un amuleto igual que el que llevaba en el bolsillo [Con que no lo había visto antes ¿eh?], agudizó más la vista y se fijó en que no se reflejaba en los espejos que tenían donde colocaban las botellas, [Por eso estaba tan nervioso] pensó, y decidió esperar a que cerraran para encontrársele a la salida.
A las 5 cerró el bar y Hanna decidió esconderse tras un camión antes de que el rubio con colmillos saliera, pero él no salió hasta media hora más tarde, aunque no salió solo, iba acompañado de otros 5 chicos, que por lo que hablaban, parecían ser de su misma calaña y querían ir de caza. Al oír aquello, no tenía nada más que investigar, eran chupasangres y ella una cazavampiros, la pelea estaba servida. Salió de su escondite.
- Vaya, vaya, pensábamos ir a por la cena y resulta que la cena ha venido a nosotros.- carcajeó uno de ellos
- Puedes intentarlo si quieres, aunque soy bastante indigesta, aviso.
- Es la chica que me ha estado preguntando antes en el bar, ya verás, te voy a enseñar a no ser tan cotilla.- respondió el camarero rubio.
Se abalanzó sobre ella, pero falló, con lo que Hanna aprovechó y le asestó un puñetazo que le dejó moribundo.
Al ver aquello otros tres vampiros fueron a por ella, a los otros dos no les dio tiempo, pues un hombre castaño con un abrigo de cuero negro se interpuso y sacó un par de pistolas.
A Hanna la llegó a dar uno de los vampiros, pero sólo la hizo un rasguño, esquivó todos los demás golpes y dejó moribundos a los tres chupasangres que la estaban atacando. Una vez moribundos, sacó su cuchillo de plata y les terminó de matar.
Al mismo tiempo, el misterioso hombre del abrigo de cuero se batía contra los dos vampiros restantes. A uno le mató de un par de balazos de plata. Para matar al otro, fue más creativo, sacó una katana que tenía oculta y le arrancó la cabeza.
Al acabar ambas peleas, el sujeto se acercó a Hanna:
- Vaya, no esperaba encontrarme esta noche con una cazavampiros. Y yo que pensaba que iba a tener que proteger a una chica indefensa de un grupo de vampiros...
- Pues ya ves que no. Espera, ¿Has dicho cazavampiros? ¿Cómo sabes tú eso?
- Jaja, soy una caja de sorpresas. Quizá me puedas ayudar con el trabajo. ¿Has visto los amuletos que llevan los vampiros que acabamos de matar?
- Sí, ya lo había visto antes. Lo llevaba un vampiro al que maté hace unas cuatro noches.
- El amuleto lleva un escudo, es el de la casa Spencer. Creemos que es el mismo Spencer que desapareció en el S.XVIII sin descendencia directa, era inglés, brujo, bastante poderoso y ésta es la primera vez que pisa el “nuevo mundo”. Tan sólo hace un mes que se estableció en un nido de vampiros en Nueva York, mi propósito, y el de mi gente, es exterminarlo.
- Bien, ¿y dónde hay que ir a exterminarlo?
- Eso es lo que he venido a averiguar. Por cierto, me llamo Drake, Jason Drake.
- Genial, yo soy Harrington, Hanna Harrington.- respondió Hanna en tono burlesco.
Jason sonrió y comenzó a buscar entre las ropas de los vampiros que acababan de matar. Entre el polvo de los no-muertos ahora muertos, encontró una nota con una dirección: Ático 2 en la 75 con la 5º Avenida.
- Bien, ¿Entonces qué? ¿Vienes conmigo?- preguntó Jason.
- Claro, yo nunca me pierdo una juerga.
Los dos salieron hacia el coche de Jason y mientras conducía, sacó de su bolsillo una especie de manos libres, pero mucho más sofisticado, se lo puso en la oreja y comenzó a hablar. Al terminar, le explicó a Hanna, que estaba algo impresionada con el coche y los aparatos tan lujosos de los que disponía Jason, que el ático había sido recientemente adquirido por un tratante de arte inglés, Lucas Spencer. La compra-venta del mismo había sido llevado a cabo por sus abogados, por lo que no había ningún dato del tal Lucas Spencer.
- Tiene toda la pinta de ser una tapadera de nuestro vampiro favorito.- dijo Jason con una media sonrisa.
Durante el camino, Hanna no pudo resistirlo y tuvo que preguntar cómo sabía qué era una cazavampiros, a quién se había referido al mencionar a “su gente”, cómo podía pagarse un coche y unos aparatos tan lujosos... pero ninguna de sus preguntas tuvo respuesta, sólo evasivas, aunque no la importaba, su instinto la decía que podía confiar en aquel hombre.
Al llegar al edificio donde se encontraba el ático, Jason intentó abrir el portal forzando la puerta con un clip y una navaja suiza, pero no obtuvo resultado alguno, así que Hanna decidió solucionar el problema a su manera, con una patada.
La puerta se abrió de golpe, aunque hizo más ruido del que esperaban, por lo que subieron deprisa al ático y volvió a abrir la puerta del piso del mismo modo, total, seguro que ya les habían oído y estaban alerta.
Para su sorpresa, al entrar no había nadie esperándoles. Era un ático grande con varias habitaciones y un pasillo en forma de L que las unía. Ambos estuvieron de acuerdo en empezar por el principio, así que abrieron la puerta más cercana, que estaba a su derecha, y encontraron a dos necrófagos comiéndose unos cadáveres.
Después de unos puñetazos y unos toques de katana, terminaron con los necrófagos, pero cuando se disponían a salir de la habitación, oyeron voces, se asomaron y eran dos vampiros que se dirigían hacia ellos por el pasillo. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, Hanna y Jason salieron de la habitación, pillando a los dos hombres con colmillos desprevenidos, y se enfrentaron a ellos.
La lucha no duró mucho, una puñalada del cuchillo de plata de la cazavampiros y una estocada de katana de Jason fueron más que suficientes.
Avanzaron por el pasillo asomándose a las demás habitaciones sin encontrar nada. Cuando iban a girar para continuar con la forma de L del pasillo, se percataron de que en la terraza a la que se llegaba mediante el salón, había movimiento.
Fueron hacia el ventanal y allí estaba, era Lord Spencer junto a otro hombre que también enseñaba los colmillos en señal de defensa.
Hanna, como de costumbre, abrió el ventanal por la fuerza y llegaron a la terraza, mas cuando llegaron, Lord Spencer estaba pronunciando un conjuro para que las gárgolas que tenía a modo de adorno en la barandilla cobraran vida [Ahora entiendo lo de brujo poderoso] pensó la muchacha, y las estatuas de piedra, comenzaron a moverse.
- ¿Eres capaz de cubrirme las espaldas un momento?.- preguntó Jason.
- Tranquilo, yo me encargo del trabajo duro.- bromeó ella.
Y el hombre apoyó la punta de la katana en el suelo y sosteniéndola, comenzó a hablar en algún idioma que Hanna no entendía y la espada comenzó a brillar con una luz roja intensa. Mientras tanto, Lord Spencer se refugió detrás del otro vampiro, que al parecer era una especie de sirviente del Lord, y éste se lanzó sobre Hanna con los colmillos preparados para morder, pero sin éxito alguno. La joven aprovechó y le asestó un duro golpe que le dejó malherido y tirado en el suelo K.O.
- ¡No puede ser!.- gritó Lord Spencer.- ¿Cómo has sido capaz de dejar inconsciente a mi mejor sirviente de un simple golpe?
- De pequeña tomé muchos petit-suize.- se burló Hanna
El poderoso vampiro, furioso, atacó, pues ya había finalizado el conjuro, ahora las gárgolas rodeaban a Jason.
Spencer intentó morder a Hanna, pero una vez más, la diestra cazavampiros esquivó el ataque y le dio tiempo a dar un puñetazo que le hirió más de lo que quiso reconocer.
- ¿Se puede saber quién eres tú?.- preguntó algo confuso a la par que asustado.- Bueno, da igual, me has interesado tanto que te convertiré en mi concubina.
- Lo siento, no me gusta la necrofilia.- respondió ella.
De repente todo se volvió algo turbio, el vampiro la miraba fijamente, pero estaba quieto, no intentaba atacar ni defenderse, simplemente la miraba a los ojos [[¡Ah no! Este truco ya me lo sé]] pensó para sí misma Hanna. Movió la cabeza de un lado a otro y salió de su ensimismamiento.
- Lo siento mi Lord, pero conmigo esto no funciona.
Y volvió a darle un golpe que le dejó bastante malherido.
- ¡Imposible! ¡Nunca ante nadie se había resistido a mi poder!
- Nunca antes te habías enfrentado a mi.- respondió ella.
Y cuando iba a golpearle de nuevo... Lord Spencer comenzó a desaparecer y en su lugar había niebla negra.
- ¡Mierda! ¡Odio que hagan eso!.- exclamó
Entonces llegó Jason y con su espada, que ahora despedía luz roja, atravesó el humo y apareció el cuerpo del vampiro, atravesado por la katana.
- ¡Maldito!.- le dio tiempo a decir a Spencer justo antes de morir y convertirse en polvo.
Hanna miró hacia atrás y vió a las dos gárgolas decapitadas, no se había percatado de la lucha de Jason con ellas.
- ¿Cómo has podido atravesar esa piedra tan dura y que tu katana no tenga ni un solo rasguño?
- Magia.- dijo el hombre del oscuro abrigo con media sonrisa.- Parece que te he salvado el culo ¿no?
- Perdona, pero creo que he sido yo la que ha inutilizado a dos vampiros mientras tú jugabas con dos monstruitos.- respondió ella mientras clavaba su cuchillo de plata sobre el cuerpo inconsciente del mayordomo.
- Bueno....- sonrió él.- Entonces, ¿podemos llamarte si necesitamos tu ayuda?
- ¿Podemos? ¡Ah! ¡Claro! Me olvidaba de tu gente. Vale, si necesitas que vuelva a salvarte puedes llamarme.- dijo la chica burlona
- Jajaja, está bien. Oirás hablar de nosotros...

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